Un Ángel de sueños teatrales y férrea voluntad

Ángel Acosta nació actor, pero sobre todo, se ha caracterizado por ser un soñador. Como oriundo del mar, tras experimentar un ACV, perseveró sobre la arena hasta volver al escenario de su vida: Las tablas itinerantes que sostienen sus actuaciones, homenajes y producciones creativas.

Sentado sobre una roca en la Isla de la Palma, Ángel soñaba cómo serían las tierras que le eran desconocidas. Frente al mar recreaba México y Cuba, junto a un futuro artístico que lo llevara a caminar el mundo. “El mar es una gran necesidad siempre. Mis sueños los logré a través del mar. Ha sido algo fundamental para mí”, comentó con entereza.

Desde una edad temprana, su pasión se hizo ver. Iba a clases de piano y solfeo a escondidas de su padre y lo que más le hacía ilusión era disfrazarse e interpretar personajes. “Mi padre no estaba de acuerdo con mi inclinación hacia las artes. Él decía que por qué no estudiaba agronomía o algo que valiese la pena. Afortunadamente mi madre era mi cómplice y me apoyaba”, rememoró con una sonrisa, reconociendo inmediatamente que su madre “lo fue todo”.

Desde tierras españolas, Ángel Acosta se aventuró a sembrar sus sueños en el Caribe. “Venezuela ha sido mi tierra fértil. Todo lo que quise hacer en mi vida lo logré en este país”. A pesar de haber vivido en ciudades como Roma, Londres y Madrid, asegura no haber encontrado otro lugar en el globo como Venezuela. “Yo soy trópico. Cada día soy más Caribe. No he conseguido un rincón en el mundo que tenga el mismo clima generoso, la misma calidez humana. Soy español, pero me produce más melancolía salir de acá, que de allá. Estoy enamorado de este país”, confesó el actor.

En el 2010, Ángel experimentó un ACV que lo mantuvo en silla de ruedas por mucho tiempo. El panorama que ofrecieron los médicos era la probabilidad de que no recuperara la memoria, no volviera a pronunciar palabras y no pudiese volver a caminar. “La actitud y la fe fueron fundamentales para recuperarme”, comentó con osadía. Además de asegurar que tuvo la ayuda de Dios y los ángeles, enfatizó que el apoyo más trascendental que tuvo fue de los seres queridos que ya no se encontraban en este mundo, sobre todo el sostén espiritual que siente haber recibido de su madre. “Tuve mucha ayuda de arriba, aún me siguen acompañando. Pero sentía muchísimo a mi madre. De hecho, el día que pude dar mis primeros pasos fue el día de su cumpleaños”, recordó con claridad.

En Tenerife, tuvo la oportunidad de conocer a un maestro de la sabiduría hindú que le recetó un tratamiento para su recuperación. Él, se dedicó a practicar con constancia los ejercicios de tijera, brasa y rana frente al mar. “Después de que tuve el accidente, me siento mejor que años atrás. No he perdido el entusiasmo. Esa experiencia me recordó lo importante que es vivir”. Actualmente, se define como “un soñador y un positivo”, apartando de su vida todo lo que pueda dañar su integridad.

Para el verano, planea llevar a España sus recientes producciones teatrales llamadas Pa to’ el año y Más allá del bien y del mar. El primer proyecto se trata de un homenaje a las rancheras mexicanas. El que le sigue dibujará paisajes marinos en los que entrarán poemas de Pablo Neruda. En septiembre, regresará a Venezuela para presentar las dos piezas en Caracas. “Vivo haciendo performances en la isla. Me transporto en las guaguas, con mi maleta, al estilo de los cómicos antiguos, teniendo como destino las plazas y casas de la cultura”, manifestó entre risas. Entre sus virtudes, señala que se adapta con facilidad al lugar que le toque hacer teatro, como todo buen actor.

La música ha sido una de sus grandes amantes. “Yo no puedo vivir sin la música. La escucho al dormir y al despertar”, expresó con detalle. El bolero, como género musical, lo ha deleitado desde la infancia. “Mis hermanas escuchaban bolero en una vieja radio mientras bordaban. Le hice un homenaje con mi pieza El Bolero Soy Yo». La copla también ha sido protagonista entre sus gustos musicales. Carlos Cano ha sido su principal referente, junto a Miguel de Molina y Lola Flores. En su vida artística, la música se ha hilvanado junto al teatro cada vez que es posible. “Mis inicios fueron con el teatro musical. Me tocó trabajar en los musicales más bellos de Venezuela, a mi parecer: Godspell, dirigida por Levy Rossel, junto a Historia De Un Caballo, del escritor ruso León Tolstói”.

Como asignatura pendiente, Ángel apuntó que quiere visitar hospitales para dar charlas sobre cómo vivenció el ACV y pudo salir adelante. A modo de recomendación para todo el que lo quiera escuchar, resaltó que las personas deben hacer a un lado lo que les haga daño innecesariamente y dedicarse a vivir una vida tranquila.

Cuando terminó de recitar con su aguda memoria y corajuda entonación Qué suerte he tenido de nacer del poeta Alberto Cortéz, enunció sin dudas entre sus cejas: «Uno no debe dejar de soñar nunca”.

*Las fotografías son cortesía de Ángel Acosta y Alejandro Arroyo.

QUÉ SUERTE HE TENIDO DE NACER de Alberto Cortéz